¡Solo somos hojas en el viento,
Suspendidas en la vasta inmensidad…!
Me embarga por ti un dulce sentimiento
Que me trae tu sonrisa y tu bondad…
Que me trae un recuerdo placentero
De una sólida y carísima amistad,
De ensueños y de amor primero,
Y aquella juvenil ingenuidad…
¡Un tiempo de dioses que cayeron
Y hoy solo son escombros y ruindad,
Que estorban el paso del viajero!
¡Y nosotros hojas del sendero!
¿Y qué importa esa triste brevedad,
Si ya hay árboles nuevos que nacieron?
A mi amigo
Valencia, 13-4-11
María E. Casterá
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